¡¡¡un problema de todos!!!




Quien dijo que la belleza no cuesta?
Las princesas necesitan ser delgadas y tener un buen cuerpo
Quien dijo que para ser bella debes estar tan flaca a punto de morir?
La anorexia es un problema que nos persigue, nos busca por los medios de comunicacion y sabe como llamarnos hacia ella, lo más importante es saber como evitar, y saber que ser delgada a tal extremo no es bonito.

Quierete por lo que eres y como eres!



ANOREXIA NERVIOSA. EL TRABAJO CON LA FAMILIA.

La Anorexia Nerviosa es, junto con la Bulimia Nerviosa, uno de los Trastornos de la Conducta Alimentaria más
conocidos. Se trata de una alteración psicológica que conlleva graves anomalías en la conducta de ingesta.
Los datos clínicos más relevantes van a ser la pérdida de peso por reducción voluntaria de la ingesta, miedo a
la ganancia de peso (sin tener en cuenta si el peso para su estatura, edad y sexo está normal o no),
importante distorsión de la imagen corporal con ausencia de conciencia de delgadez (no es así en todos los
casos), amenorrea y en ocasiones retraso en el desarrollo.
Todo el mundo conoce hoy en día que se trata de un trastorno que afecta fundamentalmente a mujeres
adolescentes, propio de sociedades desarrolladas y que con frecuencia se asocia a graves alteraciones
psicopatológicas (comorbilidad). No obstante, la afectación en edades más tempranas así como los casos de
inicio tardío (más allá de los 25 años) son cada vez más frecuentes. Tampoco son ya una rareza los casos de
varones.
En la Anorexia se distinguen clínicamente dos tipos (con marcadas peculiaridades, por ejemplo en rasgos de
personalidad, a tener en cuenta de cara al tratamiento), el tipo restrictivo (reducción de la ingesta con o sin
práctica compulsiva de ejercicio físico) y el tipo purgativo (que asocia la posibilidad de atracones y la presencia
de conductas purgativas: vómitos autoinducidos, abuso de laxantes...).
Sin entrar en consideraciones etiopatogénicas, clínicas, evolutivas o terapéuticas en general, vamos a señalar
un punto del tratamiento que considero (cada vez más) de vital importancia para el abordaje de esta
enfermedad. Me refiero al TRABAJO CON LA FAMILIA. Quede claro que el trabajo con la familia no implica, en
sentido estricto, una “terapia” de familia. En todo caso habría que plantear qué se entiende por terapia de
familia para decidir si el trabajo con la familia es o no un modo de “hacer terapia”. Dejando lo que parece un
juego semántico y una disquisición para teóricos, entremos en la familia. Nadie puede dudar que cuando
cualquier miembro de una familia enferma (de lo que sea), la dinámica familiar queda alterada (la teoría de
sistemas deja ésto bastante claro). Hay reacciones de todo tipo: negación del problema, incredulidad ante un
diagnóstico emitido, tristeza o ansiedad, sentimientos de culpa, etc. Desde un punto de vista práctico nuestro
objetivo es restituir la salud del enfermo, para lo cual NECESITAMOS de la familia. La familia, lejos de ser
culpable de nada (¿culpable de una enfermedad?) es un soporte ahora resquebrajado por el dolor y al que hay
que ayudar a sobreponerse para unir esfuerzos en la dirección del paciente. ¿Tratar la anorexia sin la ayuda de
la familia?. Misión imposible o ingenuidad terapéutica. ¿Tratar a la familia para tratar al enfermo? Creemos
más en ayudar a la familia para tratar al enfermo. Hablo del consejo familiar, orientación familiar o, en definitiva,
GRUPOS DE AYUDA PARA FAMILIARES. Hasta hace muy poco tiempo se hablaba de “grupos de padres”.
Jáuregui Lobera, I
Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 2004, 4(2): 127-128
128
Los cambios que, tan vertiginosamente, estamos observando en las familias no permiten ya plantear los
grupos como “de padres”. Parejas de los pacientes, a veces sus hijos, amigos….van siendo, cada vez con
más ferecuencia, cuidadores de los pacientes.
Naturalmente, un grupo de familiares debe tener un caracter informativo y formativo. Conviene conocer cuáles
son las demandas que plantean los padres en relación con la Anorexia para hacer un abordaje de las mismas.
Con arreglo a nuestra experiencia y según datos recogidos por nuestros colaboradores las cuestiones que los
padres valoran como de “máximo interés” serían: ¿qué hacer ante una amenaza de suicidio?, ¿qué papel
juegan los padres en el tratamiento?, ¿todos los “problemas” de los pacientes se deben a la anorexia?, ¿la
anorexia tiene solución?...Asimismo consideran de “bastante interés”: ¿cómo actuar ante situaciones de
agresividad?, ¿que problemas tienen los psicofármacos?, ¿qué posibilidades hay de ayudar a la familia?,
¿cómo abordar conductas de chantaje o manipulación?...
Con el tiempo hemos podido analizar la demanda de los padres que se resume en los siguientes puntos:
aprender el manejo concreto de situaciones, mejorar el conocimiento de la enfermedad, que el grupo sirva
como medio de autoayuda (autoapoyo-relación-conversación) y recibir ayuda psicológica para “soportar” la
enfermedad. En cuanto a lo más valorado por los padres ha sido “recibir información por parte del equipo
terapéutico”.
Conocidas las demandas, debemos plantear los grupos de caracter “psicoeducativo”, al menos con la misma
frecuencia con la que vemos a los pacientes. Las pautas de alimentación, los problemas del tratamiento
psicofarmacológico en adolescentes, las cuestiones de “manejo de situaciones”, etc., son cuestiones
relevantes para abordar.
Deseo aprovechar estas líneas para recordar que durante algunas épocas la familia ha sido “retirada” del
tratamiento de la anorexia y particularmente la madre ha recibido consideraciones no precisamente elogiosas.
Está descrito, y así es, que determinadas situaciones familiares pueden ser un factor de predisposición, de
precipitación y, por supuesto, de mantenimiento del trastorno. Pero en todo caso no hay culpables y,
afortunadamente, la mayoría de las familias que podemos calificar de “desorganizadas” resultan ser
“organizables”. Necesitan, eso sí, tener un tiempo y un espacio para plantear sus demandas y recibir apoyo.
La cotidiana realidad es que no siempre encuentran el tiempo y el espacio que necesitan y con su
desconocimiento perpetúan comportamientos patológicos. ¿Son ellos los culpables o lo somos nosotros si no
somos capaces de trabajar codo a codo con ellos?. Sirva de reflexión y nunca de crítica. Reitero que cualquier
intento de abordaje de la Anorexia Nerviosa sin contar (de verdad) con la familia está condenado al fracaso. La
familia, aun calificándola de desorganizada, patológica, “rara”, dificil, etc., necesita ayuda. No hay, en la
mayoría de los casos, una familia enferma sino una familia que sufre por tener un hijo, hermano... enfermo.
Tratemos al enfermo pero no nos olvidemos de ayudar a su familia. Es garantía de éxito.

Los trastornos de la alimentación son un problema cuya incidencia aumenta en una sociedad que rinde un excesivo culto al cuerpo e impone la delgadez como modelo de éxito y belleza. La prevención y cura del enfermo pasan por el apoyo de la familia.
En la sociedad actual está extendida la idea de que para triunfar en la vida es imprescindible responder a un determinado prototipo representado por cuerpos delgados y esbeltos. Es normal que todo el mundo, especialmente los más jóvenes, se preocupen por su imagen; pero el verdadero problema comienza cuando la obsesión por el culto al cuerpo desemboca en enfermedad.

Cualquier persona puede ser víctima en algún momento de su vida de un trastorno de la alimentación. Sin embargo, estos afectan de forma característica a la población femenina de entre 15 y 18 años. Edades complicadas en la que los adolescentes se dejan llevar por un modelo de delgadez que les asegurará un éxito social y profesional.

De acuerdo con la guía de recursos para el tratamiento de los trastornos alimentarios, desde el punto de vista psicológico las personas que temen más a las críticas, las que tienen baja autoestima o caen en depresiones tienen más facilidad para padecer un trastorno de este tipo.

La importancia del hogar
Carmen Gómez Candela, jefa de nutrición del hospital La Paz de Madrid, defiende la importancia de los padres para ayudar a sus hijos en la prevención de enfermedades como la anorexia y la bulimia. «La familia es un pilar básico. Es importante que los padres cuiden su alimentación y la de sus hijos. Muchas veces los adolescentes llegan a sus casas y comen separados de sus padres o abren la nevera y toman lo primero que ven sin que se les diga nada al respecto. Esto es un grave problema. Así los niños no pueden aprender la importancia de una buena alimentación. Algo que su familia debe enseñarles desde que son pequeños».

Por otro lado, Carmen anima a que los padres hablen sobre el deporte con los niños y les animen a practicarlo. «El ejercicio sano, sin exceso, es muy saludable y ayuda a abrir el apetito. Cuando se hace deporte se come más y mejor. Sin embargo, la falta de ejercicio provoca sedentarismo y favorece la restricción de la ingesta de alimentos».

Para Javier Quintero, Jefe de Psiquiatría del hospital Infanta Leonor «ciertos hábitos, valores o creencias en la familia, como la sobrevaloración de la delgadez, pueden ser un factor de riesgo. En otras ocasiones, los problemas en casa, las separaciones o divorcios ejercen el detonante en la aparición de trastornos de este tipo».

En la mayoría de trastornos alimentarios hay algunos síntomas iniciales que pueden ayudar a los padres a detectar la enfermedad. «La familia debe sospechar cuando su hijo se salta comidas, quiere hacer una dieta o se ve muy gordo. Es decir, cuando se preocupa excesivamente por su imagen. En cuanto a los síntomas físicos, en chicas es común la pérdida de la regla y en chicos la pérdida de masa muscular», comenta Carmen Gómez.
Cuando el adolescente se encuentra inmerso en la enfermedad vuelve a ser de gran importancia el apoyo familiar. La familia es, quien, junto a la ayuda de profesionales, constituye la pieza clave para superar el trastorno. «Lo más importante es la búsqueda de ayuda profesional ante la más mínima sospecha», afirma Quintero.

«Al iniciar el tratamiento es común que los pacientes echen la culpa de todo lo que les ocurre a sus padres. Es un proceso duro y por eso la familia debe formarse y entenderles. Aunque en ocasiones quieran gritar al enfermo no deben hacerlo por que ellos no son los culpables de sus cambios de humor, la verdadera culpable es su enfermedad», considera Gómez.

En la cura de estas enfermedades es de vital importancia detectar a tiempo el trastorno. «Cuanto antes se coge el caso, antes llegan los resultados. Pero no hay que olvidarse de que se trata de un proceso muy lento, y dos años y medio no los quita nadie. Aunque, si el tratamiento se hace bien, es muy dificil volver a recaer», comenta la especialista.