sábado, 6 de noviembre de 2010

Desgarrador testimonio de una joven que sufre anorexia desde hace tres años

Tiene 20 años, solo pesa 30 kilos y los dientes se le cayeron por culpa de este trastorno.
Cada vez que Alexandra Guzmán se mira al espejo, no parece la jovencita de 30 kilos que es, si no una mujer obesa digna de un Guinness Récord. Esta muchacha, de 20 años, sufre desde hace tres años de anorexia, un peligroso trastorno alimentario que se caracteriza por la falta anormal de apetito y que puede desencadenar en la muerte de la víctima. Alexandra completa 18 días de tratamiento en una cama de la habitación 535 del Hospital de El Tunal, en el sur de Bogotá, de donde será dada de alta el próximo lunes.
Cada vez que Alexandra Guzmán se mira al espejo, no parece la jovencita de 30 kilos que es, si no una mujer obesa digna de un Guinness Récord. Esta muchacha, de 20 años, sufre desde hace tres años de anorexia, un peligroso trastorno alimentario que se caracteriza por la falta anormal de apetito y que puede desencadenar en la muerte de la víctima. Alexandra completa 18 días de tratamiento en una cama de la habitación 535 del Hospital de El Tunal, en el sur de Bogotá, de donde será dada de alta el próximo lunes. Esta noticia, que sonaría positiva después de todo, es una verdadera tragedia para su familia: la joven ha manifestado que volver a su casa, en el barrio México, la deprime infinitamente. Su mamá, Gina Pinilla, asegura que no tiene el dinero para llevar a su hija a un centro especializado en la atención de este tipo enfermedades. "La psicóloga me dijo que llevarla a la casa sería riesgoso. Podría recaer de nuevo. Mi situación económica es muy difícil", reconoció entre lágrimas la señora, que se gana la vida lavando botellas de aguardiente a punta de churrusco, que luego son usadas para envasar miel. Por cada una le pagan 20 pesos. Hace tres años la anorexia hizo presencia en la mente de Alexandra. En esa época la joven pesaba 54 kilos. Tenía la estampa de una joven saludable, dueña de una sonrisa envidiable, que se dedicaba a terminar el bachillerato. La historia cambió. "Mis tíos y mis amigos me decían que estaba gorda. Yo me creí ese cuento", relata Alexandra, mientras se sube la blusa para mostrar su delgado abdomen. Una de sus hermanas cuenta que la muchacha empezó de repente a cogerle fastidio a la comida. "Decía que nosotros comíamos mucho. Ella vive como en otro mundo y no en la pieza de un barrio pobre", cuenta. Hace 17 días, la situación de Alexandra empeoró. Ya no pesaba 54 kilos, ahora cargaba sólo con 30. Su sonrisa no era la misma. Los dientes se le cayeron y las cuencas de sus ojos negros se hundieron poco a poco. En los últimos días, la joven se mantiene viva con varias dosis de Ensure, un suplemento vitamínico que le suministran los médicos de El Tunal. Ahora, la madre de la menor espera que alguna institución le ayude con el tratamiento de su hija. Ella, por su parte, reconoce con valentía "que lo peor que se puede hacer es menospreciar la comida. Esta enfermedad no se la recomiendo a ningún niño. Vivo en el filo de la muerte". albfor@eltiempo.com.co

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